En los tiempos que corren no cabe duda que una de las actitudes más necesarias para afrontar los retos y superar las heridas de esta pandemia y sus enormes consecuencias, es la de ser optimistas, aunque cuesta.
Hace unos días en Lugo gracias a la convocatoria realizada por El Progreso, pude escuchar a un insigne economista y estudioso de los problemas que más nos preocupan, pronunciar una conferencia que versaba sobre el paisaje después de la pandemia y las cicatrices que nos dejó. Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social, hizo un repaso sobre algunas de las consecuencias de lo que el virus nos deja, además de las secuelas y pérdidas personales. Habló del incremento de las diferencias sociales o el aumento de la pobreza, especialmente la infantil. A nadie dejó indiferente su comentario sobre la existencia de niños que llegan a su colegio sin desayunar, pero también sin haber cenado en casa la noche anterior. Solo ingieren lo que comen en el Colegio… y los colegios estuvieron cerrados meses.
Para Costas el futuro es prometedor si la nueva economía no deja a nadie atrás. Vaticina una rápida recuperación de la economía porque se resistió y se fortaleció el sector público, algo clave en la recuperación.
Entre sus recetas, evitar la pobreza infantil, garantizar la educación y asegurar la emancipación de los jóvenes. Como en Galicia,donde Feijoo acaba de implantar la universalización de la educación gratuita de 0 a 3 años.
Pero no puedo ocultar que a pesar de ese optimismo, necesario más que nunca para reinventarnos y salir de esta dura crisis, me cuesta no ser escéptico y positivista.
Lo digo porque el día a día no deja titulares que animen al optimismo. La escalada incesante e indecente de los precios de la energía, pronto veremos como repercute en todos los productos. El maíz subiendo un 38%, el trigo un 41%... ¿cómo no vamos anotar los consumidores las subidas hasta del pan, en una ola de inflación que la FAO pronostica en un 32% para los precios de los alimentos?
A esas previsiones de los precios hay que añadir el ambiente en el panorama político e institucional. Sólo algunos ejemplos.
Uno de los partidos que forma parte del Gobierno, Podemos, ataca, llamando “evasor fiscal” a Amancio Ortega fundador de Inditex, por donar al gobierno 280 millones para comprar equipos de protonterapia, tan eficaces en la lucha contra el cáncer.
Desde el Gobierno, ministras de Podemos, anuncian querellas contra la Presidenta del Congreso y acusan de “prevaricación” a los jueces, hablando de “asalto a la democracia”por condenar a un diputado que propinó patadas a un policía.
Y por si nos habíamos creído que la democracia nos cayó del cielo y es interminable, el Rey Felipe VI nos recordaba desde Oviedo la fragilidad de los valores democráticos diciéndonos que “no están garantizados y es necesario defenderlos con firmeza y constancia”, y añadió “el futuro dependerá de que cada uno cumpla con su deber, pero también actué con solidaridad y con cohesión”.
Pues en ese trabajar unidos, sin aislarse, puede que estén algunas de las recetas para no dejar a nadie atrás y poder hablar de una reconstrucción sin brechas sociales. Me quedo con sus palabras para tratar de generar ese optimismo tan necesario en los días que vivimos.
Optimismo necesario
Nos tempos que corren non cabe dúbida que una das actitudes máis necesarias para afrontar os retos e superar as feridas desta pandemia e as súas enormes consecuencias, é a de ser optimistas, aínda que costa.
Hai uns días en Lugo grazas á convocatoria realizada polo Progreso, puiden escoitar a un insigne economista e estudoso dos problemas que máis nos preocupan, pronunciar unha conferencia que versaba sobre a paisaxe despois da pandemia e as cicatrices que nos deixou. Antón Costas, presidente do Consello Económico e Social, fixo un repaso sobre algunhas das consecuencias do que o virus nos deixa, ademais das secuelas e perdas persoais. Falou do incremento das diferenzas sociais ou o aumento da pobreza, especialmente a infantil. A ninguén deixou indiferente o seu comentario sobre a existencia de nenos que chegan ao seu colexio sen almorzar, pero tamén sen cear na casa a noite anterior. Só inxiren o que comen no Colexio… e os colexios estiveron pechados meses.
Para Costas o futuro é prometedor se a nova economía non deixa a ninguén atrás. Vaticina unha rápida recuperación da economía porque se resistiu e fortaleceuse o sector público, algo clave na recuperación.
Entre as súas receitas, evitar a pobreza infantil, garantir a educación e asegurar a emancipación dos mozos. Como en Galicia,onde Feijoo acaba de implantar a universalización da educación gratuíta de 0 a 3 anos.
Pero non podo ocultar que a pesar dese optimismo, necesario máis que nunca para reinventarnos e saír desta dura crise, cústame non ser escéptico e positivista.
Dígoo porque o día a día non deixa titulares que animen ao optimismo. A escalada incesante e indecente dos prezos da enerxía, pronto veremos como repercute en todos os produtos. O millo subindo un 38%, o trigo un 41%... como non imos anotar os consumidores as subidas ata do pan, nunha onda de inflación que a FAO prognostica nun 32% para os prezos dos alimentos?
A esas previsións dos prezos hai que engadir o ambiente no panorama político e institucional. Só algúns exemplos.
Un dos partidos que forma parte do Goberno, Podemos, ataca, chamando “ evasor fiscal” a Amancio Ortega fundador de Inditex, por doar ao goberno 280 millóns para comprar equipos de protonterapia, tan eficaces na loita contra o cancro.
Desde o Goberno, ministras de Podemos, anuncian querelas contra a Presidenta do Congreso e acusan de “prevaricación” aos xuíces, falando de “asalto á democracia”por condenar a un deputado que propinou patadas a un policía.
E por se nos criamos que a democracia nos caeu do ceo e é interminable, o Rey Felipe VI lembrábanos desde Oviedo a fraxilidade dos valores democráticos dicíndonos que “non están garantidos e é necesario defendelos con firmeza e constancia”, e engadiu “o futuro dependerá de que cada un cumpra co seu deber, pero tamén actuei con solidariedade e con cohesión”.
Pois nese traballar unidos, sen illarse, poida que estean algunhas das receitas para non deixar a ninguén atrás e poder falar dunha reconstrución sen brechas sociais. Quedo coas súas palabras para tratar de xerar ese optimismo tan necesario nos días que vivimos.
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