Cuando el próximo domingo depositemos nuestro voto en el interior de los cientos de urnas colocadas al efecto, los lucenses y muchos otros vecinos de pueblos y ciudades de España estaremos decidiendo qué modelo de ciudad y qué dirigentes queremos al frente de nuestros ayuntamientos.
Es sabido que corren tiempos difíciles para sentir afección por y para lo que tenga relación con la política. Unos y otros habremos hecho méritos para conseguirlo, pero ello no debería ser motivo para ignorar la oportunidad de decidir una parte de nuestro futuro, la que la democracia nos ofrece cada cuatro años.
Los estados anímicos de enfado o rechazo hacia las formaciones a las que cada uno viene siendo más o menos leal y fiel, no deberían ser motivo para castigarnos a nosotros mismos. Utilizar la papeleta para fastidiar unas siglas es una mala idea porque podemos estar consiguiendo el efecto contrario, o como mínimo darnos la bofetada en nuestra propia cara.
A mi juicio en Lugo este próximo domingo hay dos platos en la balanza de las decisiones. En uno pondremos los argumentos que justifiquen que las personas que dirigieron los destinos de nuestra ciudad durante los últimos 16 años tengan avales suficientes para seguir haciéndolo. En el otro lado de la balanza, las razones para que unas personas que durante estos años han procurado aportar desde la oposición sus propuestas constructivas para Lugo ahora puedan encargarse de llevarlas a cabo.
No sorprenderá a nadie que como exalcalde de Lugo y con 10 años de vida política dentro del ayuntamiento de la ciudad, y por tanto con una modesta experiencia en la gestión de los asuntos que más cerca nos tocan, pueda tener claras las cuestiones que colocaría en cada lado de esas balanzas.
No puedo conceder avales, ni mi voto, a quienes han dejado que 16 años hayan sido un periodo de tiempo donde Lugo quedó anclado y sin proyecto claro de ciudad. Donde todo lo más, y siendo generoso, se dedicó el esfuerzo a contentar a los que solo se preocupan del “qué hay de lo mío...” sin preocuparles cómo va lo de todos. A conseguir que Lugo abriera muchos telediarios en noticias poco edificantes y nada beneficiosas para su proyección y desarrollo.
En el otro plato quiero poner los argumentos para el relevo a esta situación. Las personas que nada tienen que ver con los oscuros episodios de la gestión bajo sospechas de irregularidades. En ese plato pesan aquellos que pertenecen a mi misma formación política y que ya ganaron hace cuatro años las elecciones sin poder asumir la alcaldía por los pactos entre perdedores. Pesan los proyectos y propuestas que, sin duda alguna, van a mejorar nuestra ciudad poniendo en valor aquello que nos diferencia en patrimonio natural, histórico y humano de otros lugares, al tiempo que cuidarán de que los servicios públicos que pagamos con nuestros impuestos respondan a una gestión eficaz y transparente, libre de sospechas y denuncias reiteradas.
Jaime Castiñeira y su candidatura tendrán mi voto porque no quiero otros cuatro años con titulares bochornosos para Lugo, porque no quiero 20 años perdidos.
Es sabido que corren tiempos difíciles para sentir afección por y para lo que tenga relación con la política. Unos y otros habremos hecho méritos para conseguirlo, pero ello no debería ser motivo para ignorar la oportunidad de decidir una parte de nuestro futuro, la que la democracia nos ofrece cada cuatro años.
Los estados anímicos de enfado o rechazo hacia las formaciones a las que cada uno viene siendo más o menos leal y fiel, no deberían ser motivo para castigarnos a nosotros mismos. Utilizar la papeleta para fastidiar unas siglas es una mala idea porque podemos estar consiguiendo el efecto contrario, o como mínimo darnos la bofetada en nuestra propia cara.
A mi juicio en Lugo este próximo domingo hay dos platos en la balanza de las decisiones. En uno pondremos los argumentos que justifiquen que las personas que dirigieron los destinos de nuestra ciudad durante los últimos 16 años tengan avales suficientes para seguir haciéndolo. En el otro lado de la balanza, las razones para que unas personas que durante estos años han procurado aportar desde la oposición sus propuestas constructivas para Lugo ahora puedan encargarse de llevarlas a cabo.
No sorprenderá a nadie que como exalcalde de Lugo y con 10 años de vida política dentro del ayuntamiento de la ciudad, y por tanto con una modesta experiencia en la gestión de los asuntos que más cerca nos tocan, pueda tener claras las cuestiones que colocaría en cada lado de esas balanzas.
No puedo conceder avales, ni mi voto, a quienes han dejado que 16 años hayan sido un periodo de tiempo donde Lugo quedó anclado y sin proyecto claro de ciudad. Donde todo lo más, y siendo generoso, se dedicó el esfuerzo a contentar a los que solo se preocupan del “qué hay de lo mío...” sin preocuparles cómo va lo de todos. A conseguir que Lugo abriera muchos telediarios en noticias poco edificantes y nada beneficiosas para su proyección y desarrollo.
En el otro plato quiero poner los argumentos para el relevo a esta situación. Las personas que nada tienen que ver con los oscuros episodios de la gestión bajo sospechas de irregularidades. En ese plato pesan aquellos que pertenecen a mi misma formación política y que ya ganaron hace cuatro años las elecciones sin poder asumir la alcaldía por los pactos entre perdedores. Pesan los proyectos y propuestas que, sin duda alguna, van a mejorar nuestra ciudad poniendo en valor aquello que nos diferencia en patrimonio natural, histórico y humano de otros lugares, al tiempo que cuidarán de que los servicios públicos que pagamos con nuestros impuestos respondan a una gestión eficaz y transparente, libre de sospechas y denuncias reiteradas.
Jaime Castiñeira y su candidatura tendrán mi voto porque no quiero otros cuatro años con titulares bochornosos para Lugo, porque no quiero 20 años perdidos.
Para catro anos
Cando o próximo domingo depositemos o noso voto no interior dos centos de urnas colocadas para o efecto, os lucenses e moitos outros veciños de pobos e cidades de España estaremos a decidir que modelo de cidade e que dirixentes queremos á fronte dos nosos concellos.É sabido que corren tempos difíciles para sentir afección por e para o que teña relación coa política. Uns e outros teremos feito méritos para conseguilo, pero iso non debería ser motivo para ignorar a oportunidade de decidir unha parte do noso futuro, a que a democracia nos ofrece cada catro anos.
Os estados anímicos de enfado ou rexeitamento cara ás formacións ás que cada un vén sendo máis ou menos leal e fiel, non deberían ser motivo para castigarnos a nós mesmos. Utilizar a papeleta para amolar unhas siglas é unha mala idea porque podemos estar a conseguir o efecto contrario, ou como mínimo darnos a labazada na nosa propia cara.
Ao meu xuízo en Lugo este próximo domingo hai dous pratos na balanza das decisións. Nun poñeremos os argumentos que xustifiquen que as persoas que dirixiron os destinos da nosa cidade durante os últimos 16 anos teñan avais abondo para seguir facéndoo. No outro lado da balanza, as razóns para que unhas persoas que durante estes anos procuraron achegar dende a oposición as súas propostas construtivas para Lugo agora poidan encargarse de levalas a cabo.
Non sorprenderá a ninguén que como exalcalde de Lugo e con 10 anos de vida política dentro do concello da cidade, e polo tanto cunha modesta experiencia na xestión dos asuntos que máis preto nos tocan, poida ter claras as cuestións que colocaría en cada lado desas balanzas.
Non podo conceder avais, nin o meu voto, aos que deixaron que 16 anos fosen un período de tempo onde Lugo quedou ancorado e sen proxecto claro de cidade. Onde todo o máis, e sendo xeneroso, se dedicou o esforzo a contentar aos que só se preocupan do "que hai do meu... " sen preocuparlles como vai o de todos. A conseguir que Lugo abrise moitos telexornais en noticias pouco edificantes e nada beneficiosas para a súa proxección e desenvolvemento.
No outro prato quero poñer os argumentos para o relevo a esta situación. As persoas que nada teñen que ver cos escuros episodios da xestión baixo sospeitas de irregularidades. Nese prato pesan aqueles que pertencen á miña mesma formación política e que xa gañaron hai catro anos as eleccións sen poder asumir a alcaldía polos pactos entre perdedores. Pesan os proxectos e propostas que, sen dúbida ningunha, van mellorar a nosa cidade poñendo en valor aquilo que nos diferenza en patrimonio natural, histórico e humano doutros lugares, ao tempo que coidarán de que os servizos públicos que pagamos cos nosos impostos respondan a unha xestión eficaz e transparente, libre de sospeitas e denuncias reiteradas.
Jaime Castiñeira e a súa candidatura terán o meu voto porque non quero outros catro anos con titulares bochornosos para Lugo, porque non quero 20 anos perdidos.
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