Hace quince días y desde este mismo espacio les hablaba de las sensaciones que experimentaba en los momentos previos a situarme en la línea de salida que marcaba el comienzo de la carrera electoral.
Han sido muchas las impresiones y las emociones vividas, y las que previsiblemente quedan por vivir en la semana final de campaña.
El contacto cercano en las calles, los debates con los demás candidatos en diferentes medios de comunicación, los mítines, los encuentros con sectores de actividades diversas de nuestra provincia, los muchos kilómetros de carreteras, las entrevistas, y algún pequeño rato de ocio compartiendo mesa y mantel con compañeros y simpatizantes, han sido la nota predominante de estas semanas.
Cuando comenzamos esta carrera, y así lo dije en aquel artículo, no todos partíamos en igualdad de condiciones, porque las mochilas a nuestras espaldas no pesaban por igual. Y así se está comprobando.
Hay candidatos que quieren hacernos creer que nada del pasado y de sus consecuencias para España tuvo algo que ver con su gestión y responsabilidades de gobierno. Así he tenido que escuchar de algunos que ahora España sale de la crisis, no por las políticas de Rajoy, sino por la bajada del precio del petróleo y las medidas del Banco Central Europeo. Añaden que ellos no fueron los culpables de lo ocurrido en la economía española, sino que la culpa fue de la crisis internacional. Esa mochila pesa mucho.
Otros candidatos hablan de una Galicia idílica e imaginaria que pretenden construir con recetas nacionalistas y excluyentes en un mundo cada día más global y donde no es posible poner puertas al campo. A ellos le digo que no se trata de ser diferentes, sino de producir y comercializar mejor que los demás, y para ello debemos aprender de una vez a concentrar y unir nuestras producciones.
Los hay también que todo lo que llevan consigo en la mochila son viejas recetas comunistas que donde todavía se aplican dejan a sus ciudadanos sin alimentos básicos y sin libertades.
Finalmente, nos entramos con quienes corren con la careta de su líder nacional porque creen que es su único punto fuerte, al haber ausencia de unas propuestas que o son incapaces de concretar o les da por cambiarlas de un día para otro. Mochilas de buen diseño pero de escaso contenido.
La mía no es ni más bonita ni más ligera que otras. Tiene también sus piedras, pero me empuja hacia delante al llevarla cargada de las medidas apoyadas en estos cuatro años, las que han permitido sacar a España de las profundidades de la crisis, dando resultados que solo se atreven a negar quienes deliberadamente cierran los ojos ante la realidad, y por ello pueden acabar tropezando.
Atrás quedó la línea de salida y ya empezamos a ver, a lo lejos pero ya la distinguimos, la pancarta de meta. Allí nos veremos.
Han sido muchas las impresiones y las emociones vividas, y las que previsiblemente quedan por vivir en la semana final de campaña.
El contacto cercano en las calles, los debates con los demás candidatos en diferentes medios de comunicación, los mítines, los encuentros con sectores de actividades diversas de nuestra provincia, los muchos kilómetros de carreteras, las entrevistas, y algún pequeño rato de ocio compartiendo mesa y mantel con compañeros y simpatizantes, han sido la nota predominante de estas semanas.
Cuando comenzamos esta carrera, y así lo dije en aquel artículo, no todos partíamos en igualdad de condiciones, porque las mochilas a nuestras espaldas no pesaban por igual. Y así se está comprobando.
Hay candidatos que quieren hacernos creer que nada del pasado y de sus consecuencias para España tuvo algo que ver con su gestión y responsabilidades de gobierno. Así he tenido que escuchar de algunos que ahora España sale de la crisis, no por las políticas de Rajoy, sino por la bajada del precio del petróleo y las medidas del Banco Central Europeo. Añaden que ellos no fueron los culpables de lo ocurrido en la economía española, sino que la culpa fue de la crisis internacional. Esa mochila pesa mucho.
Otros candidatos hablan de una Galicia idílica e imaginaria que pretenden construir con recetas nacionalistas y excluyentes en un mundo cada día más global y donde no es posible poner puertas al campo. A ellos le digo que no se trata de ser diferentes, sino de producir y comercializar mejor que los demás, y para ello debemos aprender de una vez a concentrar y unir nuestras producciones.
Los hay también que todo lo que llevan consigo en la mochila son viejas recetas comunistas que donde todavía se aplican dejan a sus ciudadanos sin alimentos básicos y sin libertades.
Finalmente, nos entramos con quienes corren con la careta de su líder nacional porque creen que es su único punto fuerte, al haber ausencia de unas propuestas que o son incapaces de concretar o les da por cambiarlas de un día para otro. Mochilas de buen diseño pero de escaso contenido.
La mía no es ni más bonita ni más ligera que otras. Tiene también sus piedras, pero me empuja hacia delante al llevarla cargada de las medidas apoyadas en estos cuatro años, las que han permitido sacar a España de las profundidades de la crisis, dando resultados que solo se atreven a negar quienes deliberadamente cierran los ojos ante la realidad, y por ello pueden acabar tropezando.
Atrás quedó la línea de salida y ya empezamos a ver, a lo lejos pero ya la distinguimos, la pancarta de meta. Allí nos veremos.
Chegando á meta
Hai quince días e desde este mesmo espazo faláballes das sensacións que experimentaba nos momentos previos a situarme na liña de saída que marcaba o comezo da carreira electoral.Foron moitas as impresións e as emocións vividas, e as que previsiblemente quedan por vivir na semana final de campaña.
O contacto próximo nas rúas, os debates cos demais candidatos en diferentes medios de comunicación, os mitins, os encontros con sectores de actividades diversas da nosa provincia, os moitos quilómetros de estradas, as entrevistas, e algún pequeno intre de lecer compartindo mesa e mantel con compañeiros e simpatizantes, foron a nota predominante destas semanas.
Cando comezamos esta carreira, e así o dixen naquel artigo, non todos partiamos en igualdade de condicións, porque as mochilas ás nosas costas non pesaban por igual. E así se está comprobando.
Hai candidatos que queren facernos crer que nada do pasado e das súas consecuencias para España tivo algo que ver coa súa xestión e responsabilidades de goberno. Así tiven que escoitar dalgúns que agora España sae da crise, non polas políticas de Rajoy, senón pola baixada do prezo do petróleo e as medidas do Banco Central Europeo. Engaden que eles non foron os culpables do ocorrido na economía española, senón que a culpa foi da crise internacional. Esa mochila pesa moito.
Outros candidatos falan dunha Galicia idílica e imaxinaria que pretenden construír con receitas nacionalistas e excluíntes nun mundo cada día máis global e onde non é posible poñer portas ao campo. A eles dígolle que non se trata de ser diferentes, senón de producir e comercializar mellor que os demais, e para iso debemos aprender dunha vez para concentrar e unir as nosas producións.
Hainos tamén que todo o que levan consigo na mochila son vellas receitas comunistas que onde aínda se aplican deixan aos seus cidadáns sen alimentos básicos e sen liberdades.
Finalmente, entrámonos con quen corre coa careta do seu líder nacional porque cren que é o seu único punto forte, ao haber ausencia dunhas propostas que ou son incapaces de concretar ou lles dá por cambialas dun día para outro. Mochilas de bo deseño pero de escaso contido.
A miña non é nin máis bonita nin máis lixeira que outras. Ten tamén as súas pedras, pero empúxame cara adiante ao levala cargada das medidas apoiadas nestes catro anos, as que permitiron sacar a España das profundidades da crise, dando resultados que só se atreven a negar quen deliberadamente pechan os ollos ante a realidade, e por iso poden acabar tropezando.
Atrás quedou a liña de saída e xa empezamos a ver, de lonxe pero xa a distinguimos, a pancarta de meta. Vémonos alí.
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