La pasada semana fui testigo directo de lo que pudo ser un claro ejercicio de incoherencia política o de un tacticismo para poner en riesgo la continuidad de la Legislatura. Aquellos que se califican como “liberales”, los integrantes de Ciudadanos, se alineaban con el ala izquierda, incluida la más radical, para tirar por tierra un decreto Ley que lo que perseguía era acabar con un sistema laboral que permite que el colectivo de los estibadores portuarios mantenga sus privilegios. Es decir los liberales se oponen a una liberalización laboral que encima es obligatoria en Europa.
El liberalismo queda definido en nuestro diccionario como una doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político, y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos.
En el Siglo XVIII existió un pensador escocés llamado Adam Smith que dedicó buena parte de su vida y estudios a su fascinación por saber qué era lo que mantenía unida a la sociedad y cómo se explicaba el progreso de unos pueblos y el estancamiento de otros. Para Adam Smith lo que hace progresar a la sociedad es la libertad, que transforma el egoísmo particular en virtud colectiva. “No obtenemos los alimentos de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de la preocupación por su propio interés” afirma Smith, para quien la competencia en un mercado libre sin trabas es lo que favorece la distribución de la riqueza siendo los consumidores los reguladores del proceso. Para Smith la libertad era la garantía de la prosperidad y de la civilización.
El decreto Ley de la estiba persigue la liberalización del mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que los trabajadores contratados lo hagan por medio de un sindicato que marca no solo los salarios, que de media rondan los más de 100.000€ anuales en muchos puertos, sino unas condiciones que hacen que cada día nuestros puertos sean menos competitivos y por ello muchas navieras desvíen sus operaciones a otros países cercanos.
Eso es lo que el señor Smith decía, que la falta de un mercado libre sin trabas impide el progreso, la prosperidad y la civilización y condena a sus pueblos al estancamiento y a la ruina.
Las consecuencias de tirar por tierra un decreto Ley del gobierno, acto parlamentario que no se producía desde 1979, puede que no se hagan esperar. Además de las multas millonarias con las que Europa nos castigará a todos, estarán también el ridículo internacional y las posibles consecuencias en el pacto de gobernabilidad, lo que nos podría abocar a nuevas elecciones antes de lo deseable.
El pensador escocés del siglo XVIII nos dejo muy claro el por qué unos países progresan y otros retroceden y dónde reside la frontera entre la civilización y la barbarie. Lástima que en estos momentos en España, especialmente en los lugares donde reside la soberanía nacional, no tengamos a muchos ciudadanos Smith, las cosas nos irían mejor.
O liberalismo queda definido no noso dicionario como unha doutrina política que postula a liberdade individual e social no político, e a iniciativa privada no económico e cultural, limitando nestes terreos a intervención do Estado e dos poderes públicos.
No Século XVIII existiu un pensador escocés chamado Adam Smith que dedicou boa parte da súa vida e estudos á súa fascinación por saber que era o que mantiña unida á sociedade e como se explicaba o progreso duns pobos e o estancamento doutros. Para Adam Smith o que fai progresar á sociedade é a liberdade, que transforma o egoísmo particular en virtude colectiva. “Non obtemos os alimentos da benevolencia do carniceiro, do cervexeiro ou do panadeiro, senón da preocupación polo seu propio interese” afirma Smith, para quen a competencia nun mercado libre sen trabas é o que favorece a distribución da riqueza sendo os consumidores os reguladores do proceso. Para Smith a liberdade era a garantía da prosperidade e da civilización.
O decreto Lei da estiba persegue a liberalización do mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que os traballadores contratados o sexan por medio dun sindicato que marca non só os salarios, que de media roldan os máis de 100.000 euros anuais en moitos portos, senón unhas condicións que fan que cada día os nosos portos sexan menos competitivos e por iso moitas navieiras desvíen as súas operacións a outros países próximos.
Iso é o que o señor Smith dicía, que a falta dun mercado libre sen trabas impide o progreso, a prosperidade e a civilización e condena aos seus pobos ao estancamento e á ruína.
As consecuencias de tirar por terra un decreto Lei do goberno, acto parlamentario que non se producía desde 1979, poida que non se fagan esperar. Ademais das multas millonarias coas que Europa castigaranos a todos, estarán tamén o ridículo internacional e as posibles consecuencias no pacto de gobernabilidade, o que nos podería abocar a novas eleccións antes do desexable.
O pensador escocés do século XVIII déixonos moi claro o por que uns países progresan e outros retroceden e onde reside a fronteira entre a civilización e a barbarie. Mágoa que nestes momentos en España, especialmente nos lugares onde reside a soberanía nacional, non teñamos a moitos cidadáns Smith, as cousas irían mellor.
El liberalismo queda definido en nuestro diccionario como una doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político, y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos.
En el Siglo XVIII existió un pensador escocés llamado Adam Smith que dedicó buena parte de su vida y estudios a su fascinación por saber qué era lo que mantenía unida a la sociedad y cómo se explicaba el progreso de unos pueblos y el estancamiento de otros. Para Adam Smith lo que hace progresar a la sociedad es la libertad, que transforma el egoísmo particular en virtud colectiva. “No obtenemos los alimentos de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de la preocupación por su propio interés” afirma Smith, para quien la competencia en un mercado libre sin trabas es lo que favorece la distribución de la riqueza siendo los consumidores los reguladores del proceso. Para Smith la libertad era la garantía de la prosperidad y de la civilización.
El decreto Ley de la estiba persigue la liberalización del mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que los trabajadores contratados lo hagan por medio de un sindicato que marca no solo los salarios, que de media rondan los más de 100.000€ anuales en muchos puertos, sino unas condiciones que hacen que cada día nuestros puertos sean menos competitivos y por ello muchas navieras desvíen sus operaciones a otros países cercanos.
Eso es lo que el señor Smith decía, que la falta de un mercado libre sin trabas impide el progreso, la prosperidad y la civilización y condena a sus pueblos al estancamiento y a la ruina.
Las consecuencias de tirar por tierra un decreto Ley del gobierno, acto parlamentario que no se producía desde 1979, puede que no se hagan esperar. Además de las multas millonarias con las que Europa nos castigará a todos, estarán también el ridículo internacional y las posibles consecuencias en el pacto de gobernabilidad, lo que nos podría abocar a nuevas elecciones antes de lo deseable.
El pensador escocés del siglo XVIII nos dejo muy claro el por qué unos países progresan y otros retroceden y dónde reside la frontera entre la civilización y la barbarie. Lástima que en estos momentos en España, especialmente en los lugares donde reside la soberanía nacional, no tengamos a muchos ciudadanos Smith, las cosas nos irían mejor.
O cidadán Smith
A pasada semana fun testemuña directa do que puido ser un claro exercicio de incoherencia política ou dun tacticismo para poñer en risco a continuidade da Lexislatura. Aqueles que se cualifican como “liberais”, os integrantes de Cidadáns, aliñábanse co á esquerda, incluída a máis radical, para tirar por terra un decreto Lei que o que perseguía era acabar cun sistema laboral que permite que o colectivo dos estibadores portuarios manteña os seus privilexios. É dicir os liberais opóñense a unha liberalización laboral que encima é obrigatoria en Europa.O liberalismo queda definido no noso dicionario como unha doutrina política que postula a liberdade individual e social no político, e a iniciativa privada no económico e cultural, limitando nestes terreos a intervención do Estado e dos poderes públicos.
No Século XVIII existiu un pensador escocés chamado Adam Smith que dedicou boa parte da súa vida e estudos á súa fascinación por saber que era o que mantiña unida á sociedade e como se explicaba o progreso duns pobos e o estancamento doutros. Para Adam Smith o que fai progresar á sociedade é a liberdade, que transforma o egoísmo particular en virtude colectiva. “Non obtemos os alimentos da benevolencia do carniceiro, do cervexeiro ou do panadeiro, senón da preocupación polo seu propio interese” afirma Smith, para quen a competencia nun mercado libre sen trabas é o que favorece a distribución da riqueza sendo os consumidores os reguladores do proceso. Para Smith a liberdade era a garantía da prosperidade e da civilización.
O decreto Lei da estiba persegue a liberalización do mercado para que acabe un sistema de monopolio que propicia que os traballadores contratados o sexan por medio dun sindicato que marca non só os salarios, que de media roldan os máis de 100.000 euros anuais en moitos portos, senón unhas condicións que fan que cada día os nosos portos sexan menos competitivos e por iso moitas navieiras desvíen as súas operacións a outros países próximos.
Iso é o que o señor Smith dicía, que a falta dun mercado libre sen trabas impide o progreso, a prosperidade e a civilización e condena aos seus pobos ao estancamento e á ruína.
As consecuencias de tirar por terra un decreto Lei do goberno, acto parlamentario que non se producía desde 1979, poida que non se fagan esperar. Ademais das multas millonarias coas que Europa castigaranos a todos, estarán tamén o ridículo internacional e as posibles consecuencias no pacto de gobernabilidade, o que nos podería abocar a novas eleccións antes do desexable.
O pensador escocés do século XVIII déixonos moi claro o por que uns países progresan e outros retroceden e onde reside a fronteira entre a civilización e a barbarie. Mágoa que nestes momentos en España, especialmente nos lugares onde reside a soberanía nacional, non teñamos a moitos cidadáns Smith, as cousas irían mellor.
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